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El detrás de escena del sector moda y textil

Mi experiencia ha sido diferente porque a pesar de ser diseñadora de modas de profesión, y después de haber creado mi propia marca, lo que más llamó mi atención fue el gigante universo de personas e historias reales que hay detrás de cada uno de los artículos textiles que utilizamos a diario. Fue eso lo que más me cautivó y eso es lo que ha inspirado mi carrera en el sector. 

Aparte de ser diseñadora de moda, confecciono todo tipo de prendas y artículos textiles, me convertí en una experta costurera. Esto lo aprendí mientras tuve la marca; en el año 2010, mientras mis costureros realizaban las producciones, me iban enseñando, compartiendo sus conocimientos. De a poco yo entendía lo complejo, difícil y retador que era ir dándole forma a un artículo textil. Su ingeniería, el comportamiento a las tensiones, el tipo de máquina a usar, el tipo de hilo, el tipo de aguja, hasta el más pequeño detalle estaba inmerso en un complejo entendimiento que me mostraba claramente que: no cualquiera puede sentarse en una máquina de coser y elaborar un artículo textil. Se necesitan décadas de aprendizaje, en solo un producto, para convertirse en un experto profesional. 

Así como lo hicieron conmigo, todos estos conocimientos son transferidos por el casi 90% de las mujeres que hacen parte del sector, algunas desde una fábrica, otras desde algún estudio, pero la gran mayoría, desde sus casas, donde tienen sus propio talleres y realizan las prendas y artículos para las marcas más conocidas en cada ciudad en el mundo. Desde esos talleres que parecen insignificantes, salen miles de prendas por semana que son realizadas por la propia familia que se une con el objetivo de cumplir los pedidos de pequeñas, medianas, grandes marcas y empresas. 

En este recorrido, donde para mi han sido fundamentales las personas, sus historias y conocer el “oficio”, desde yo haberlo aprendido. Me ha dado la oportunidad de conocer muchas mujeres, la mayoría madres cabeza de familia, con 3 o hasta 5 hijos por mantener y que han depositado sus años en la profesión de la confección, porque eso es lo que es, aunque muchas personas no lo vean de esa manera. Ellas desde esta profesión han mantenido un hogar completo, han podido vestir a sus hijos, alimentarlos, mandarlos al colegio y también a la universidad. Muchas se mantienen pegadas a la máquina día y noche, como si fuera una extensión de su propio cuerpo, con tal de poder brindarle a toda su familia una estabilidad económica y emocional.

Muchas de estas mujeres empezaron con una máquina, impulsadas por un instinto que tenemos desde hace miles de años, la mujer hasta la década de los 40’s o 50’s se dedicaba a confeccionar cada una de las prendas de su familia, comprar ropa en talles no era algo que existía, las personas con más recursos podían ir a un sastre o una modista, pero el resto, la gran mayoría, eran sus propias abuelas y madres las que confeccionaban cada prenda. Así que intuyo que coser está ligado a nuestra historia como mujeres y es algo que transferimos a las otras, casi desde el momento que nacemos. Así que son estás mujeres las que logran construir fábricas enteras, grandes talleres, emplear a otras mujeres para que se den cuenta de las inmensas oportunidades que tiene esta industria y como todas tienen la posibilidad de salir adelante, ellas y sus familias.

Cuando titulé este artículo como: “Una máquina de coser es un arma de libertad para una mujer” fue porque es la realidad. He visto mujeres que fueron maltratadas por sus esposos, algunas olvidadas por su familia, otras dejar sus países para encontrar nuevos y mejores rumbos, con numerosas familias y ellas, como las únicas proveedoras. Una máquina en sus vidas les ha permitido traer el sustento, pero por sobre todas las cosas, aprender a respetar su vida, su dignidad, su familia. Porque a muchas mujeres, dependiendo las difíciles circunstancias en sus vidas, están obligadas a ponerse una minifalda, otras agarran un rifle, otras un cuaderno y un lápiz, pero muchas de ellas, la gran mayoría, agarra una máquina de coser y empieza a coser su propia vida. 

Si nuestra sociedad fuese consciente del poder transformador que tiene una máquina de coser en la sociedad misma, en vez de repartir mercados, repartirían maquinas de coser, pero sabemos que no lo hacen porque lo segundo que se libera en una mujer después de sus manos, es su cabeza. Y esto le brinda la posibilidad de volar lejos, donde nadie más nunca le diga lo que tienen que hacer. 

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